Zucchini

Siempre he confundido el zucchini (verde) con el calabacín (amarillo), pero al parecer, ¡son lo mismo! Su única diferencia radica en el color, la forma y un poco en la textura, pero sus propiedades nutricionales y sabor son muy similares. El caso es que esta fruta —¡Si!, es una fruta, pero la pongo en la categoría de vegetales porque me gusta usarla en preparaciones saladas— es supremamente versátil y se puede consumir fría conservando su cáscara en ensaladas, cocida en una ratatouille, salteada con diferentes verduras o hervida y mezclada en alguna sopa o crema. ​

El zucchini contiene gran variedad de vitaminas, como la A, C, K, y B6; además de minerales como el manganeso, potasio, magnesio, cobre y fósforo que se encuentran en su mayoría en la cáscara de este fruto.

Vale la pena resaltar su buen contenido de carotenoides como la luteína, la zeaxantina y beta-caroteno, indispensables para mantener la salud de la mácula ocular, especialmente en edades avanzadas. Estos componentes contribuyen además a embellecer tu piel y propician la salud cardiovascular al reducir la presión arterial y el colesterol en la sangre.

Igualmente, gracias a que el zucchini es rico en agua y en fibra, condiciones como el estreñimiento pueden tender a disminuir, contribuyendo además a regular la digestión. Así mismo, este alto contenido de fibra ayuda a disminuir los niveles de azúcar en la sangre y por su gran capacidad de saciedad, es ideal para procesos de pérdida de peso.

Incluir el zucchini en cada dieta no es para nada complicado y por el contrario, los beneficios nutricionales que aporta son grandiosos.

* Los alimentos con un índice glicémico inferior a 55 son ideales para incluir en una dieta donde se esté controlando o disminuyendo el nivel de azúcar en la sangre.