Ajo
Llamado injustamente “la rosa apestosa”, esta deliciosa hortaliza no sólo mejora inmediatamente el sabor de cualquier preparación sino que indiscutiblemente contribuye al bienestar de nuestra salud.
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Empecemos por sus beneficios cardiovasculares, donde estudios han demostrado que su consumo disminuye claramente los triglicéridos y el colesterol total de nuestra sangre.
Sus propiedades anti-inflamatorias y antioxidantes contribuyen a disminuir el riesgo de enfermedades crónicas degenerativas cardiovasculares como la aterosclerosis, y evita además que nuestros vasos sanguíneos se obstruyan, pues ha sido repetidamente demostrado que tiene propiedades anticoagulantes y que disminuye la presión arterial.
El ajo ofrece además beneficios anti-inflamatorios en todos los sistemas del cuerpo, ayudando a los síntomas de la artritis y disminuyendo los riesgos de obesidad. Pero quizá uno de los mayores beneficios, son aquellos antibacteriales y antivirales, ya que se usa en el control de infecciones por bacterias y virus, y ayuda a controlar también la infección de otros microorganismos como levaduras, hongos y gusanos.
El sabor del ajo puede no gustarle a todo el mundo, pero en lo personal lo agrego a casi todas mis preparaciones: carnes, pollo, salsas, sopas, pastas; no sólo por sus altos beneficios a la salud, sino porque lo considero el toque secreto que aporta un delicioso sabor y aroma a mis comidas.